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Testimonios del encuentro de misioneros COR JESU

Los días 13 y 14 de octubre se realizó en Venado Tuerto un encuentro de los tres grupos misioneros de nuestros colegios (Temperley, Venado Tuerto y Montevideo) para celebrar los cuarenta años de la Misión Cor Jesu (1983-2023). A continuación, compartimos varios testimonios de jóvenes que participaron:



Hay un versículo del evangelio de San Mateo que me encanta y dice: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre yo estoy en medio de ellos” (Mt 18, 20). Bueno, a esos dos o tres los multipliqué varias veces y lo vi a Jesús en medio de todo: en cada mate, en cada canción que compartimos, en cada abrazo y sonrisa de los misioneros. Me siento bendecida de ser parte de esta comunidad que me regaló amigos- hermanos y una sonrisa y un abrazo cuando los necesité. Todo me demuestra que no alcanza con sólo con vivir. Tenemos que vivir en la plenitud, felices, conscientes de que Dios nos ama. Fuimos llamados a seguir este camino de fraternidad.


No me queda más que agradecer a todos los que construyeron estos cuarenta años y nos dieron el valor y las ganas de seguir contando esta historia. El corazón de la misión esta formado por todos ellos: desde los hermanos a los profesores, a los matrimonios y a los jóvenes. Y otro GRACIAS enorme a todos los que participaron este fin de semana y por aportaron su granito de arena, porque este camino se hace más fácil si vamos de dos en dos.


Unos días antes de ir a Venado Tuerto, una amiga me preguntó cómo me preparaba para el viaje y que expectativas tenía. La verdad es que no iba con muchas expectativas… Menos mal que me dejé sorprender por “el de arriba”.


Lucia Scofano



 

Si bien al recibir la primera invitación tenía dudas en participar, algo dentro de mí me decía que lo intentara, que viviera uno de esos momentos que son escasos en el día a día, en mi día a día. Esto era nuevo para mí, era la primera vez que viajaba a Venado Tuerto y que iba a compartir unos días con los misioneros de allí y de Uruguay. Ya desde el recibimiento de los chicos sentía que siempre había estado ahí, me sentía muy cómodo y en familia, lo mismo que sentí cuando me sume al grupo misionero.


Las charlas y los momentos de compartir fueron muy fructíferos para crecer en la espiritualidad y fraternidad del grupo misionero, me ayudaron a forjar vínculos con mi grupo de Temperley, pero también con los chicos de los otros centros; sirvió mucho el intercambio de ideas y vivencias de cada uno.


En la adoración del viernes por la noche, por momentos sentía que el corazón me latía muy fuerte y por otros que me ardía, supongo que la misma sensación deben haber tenido los discípulos de Emaús al estar con Él. Necesitaba de un momento tan íntimo con Dios como el que se generó esa noche y luego, al compartirlo con algunos, fue hermoso saber que todos sentimos lo mismo.


Por mi trabajo sólo pude vivir una misión de enero y una de invierno, pero estos días en Venado Tuerto fueron tan especiales como esas misiones. Fue un alto en el camino, donde recargué energías, vine más lleno del amor del Sagrado Corazón y con muchas ganas de que sigan estos encuentros porque “¿no ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lc 24, 32).


Franco Cantillo


 

Recuerdo haber escuchado que la Iglesia, para un misionero, es la Iglesia que sale al encuentro, la que busca y mira atenta para encontrar a aquellas personas que necesiten de Dios …y los que aparentemente no, también. Y yo creo que la Misión Cor Jesu me encontró a mí, desde el primer momento hasta hoy en día. Entré por “herencia familiar” al ser el hermano menor de un gran misionero venadense y la comunidad me abrió sus puertas y se dispuso a dejarme aprender y madurar dentro del Corazón de Jesús.


La misión y sus integrantes, mis amigos, son pilares de mi fe y de mi vida. La misión supo encontrarme en la alegría, en el compartir, y supo contenerme en la tristeza. Más aún, la misión supo movilizarme de la indiferencia y la tibieza. Desde el día que encontré a Dios en la misión fui cayendo en la cuenta de que la misión me sigue y me va a acompañar por el resto de mi vida.


Este encuentro misionero me llevó a voltear la vista a aquellos primeros momentos de mi vida misionera y a encontrarme con un camino andado, con una piel diferente. Me encontró más sensible e incluso más callado para poder escuchar más y mejor a Jesús y a los demás. Descubrí que mi realidad era la realidad de muchos y me nutrí de sus experiencias. Venado Tuerto, Buenos Aires, Montevideo… parece que Dios no conoce de micros, colectivos o buques; Dios nos ha encontrado a todos en este carisma de fraternidad, que espero que podamos continuar, para seguir la obra de los Hermanos y ser testigos del amor del Sagrado Corazón.


Luis Álvarez

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