Sesión Internacional del Carisma, caminamos juntos
A principios del mes de octubre, nos dirigimos hacia Barcelona para formar parte de la Sesión Internacional del Carisma. Con el corazón desbordante de expectativas y con cuatro compañeras pertenecientes a la provincia América Austral, todas directivas del Nivel Secundario, llegamos a la SIC. En la casa de retiros que iba a albergarnos nos encontramos con hermanos, directivos y docentes de España, Colombia, Perú, Brasil y Mozambique.
Este encuentro tenía como finalidad reconocer y desarrollar el carisma que Dios nos ha otorgado como Corazonistas. Esa identidad, esos dones, florecen cuando estamos en comunidad. En consecuencia, vivir juntos por más de quince días dio sus frutos. Todo ese tiempo compartido acrecentó los lazos de fraternidad en clave de confianza y respeto, y nos acercó al Padre Andrés Coindre, al Hermano Policarpo y a las bases de la congregación, inspirada en la pedagogía de la confianza.
Cada uno de los participantes de la sesión dio testimonio de su compromiso con la misión que nos fue encomendada. Los diferentes relatos, cada uno con sus particularidades, nos mostraban que, aunque nuestras realidades eran muy diversas, algo único nos unía e identificaba: el espíritu Corazonista, que se respiraba en cada encuentro, en cada charla y en cada visita. Todos sentíamos que, más allá de que no hacía mucho tiempo que nos conocíamos y de las diferencias culturales o idiomáticas, teníamos un lazo común que nos reunía en torno a una misma identidad.
Cada historia fue única. Como el momento en el que escuchamos a nuestro compañero Roly, que nos relató sobre su experiencia en la selva peruana y su trabajo con chicos que viven una muy dura realidad, que los hermanos intentan cambiar a diario, con su trabajo misionero en ese difícil contexto. Otra realidad impactante fue la que escuchamos cuando nuestro amigo Heldet narró las dificultades que afrontan en Mozambique y lo difícil que es educar en medio del hambre. También nos sorprendimos con los colegios de Barcelona y Zaragoza, donde los alumnos tienen muchas comodidades y avances tecnológicos al servicio de su educación.
Aprendimos que los laicos aportamos nuestra mirada particular, nuestro compromiso, nuestra responsabilidad, nuestro trabajo y nuestras ganas de seguirnos formando permanentemente. Los hermanos, a su vez, nos aportan su experiencia carismática, su contención, su sabiduría y su disciplina de trabajo escolar.
Si cada uno de los que participamos en este encuentro fue con su corazón desbordante de emoción, indudablemente la vuelta fue colmada de esperanza renovada y con la plena convicción de que el carisma es un “carisma compartido”. Regresamos agradecidos y convencidos de que nuestros dones personales devienen en una identidad comunitaria por obra de Dios. Fue una experiencia única e inolvidable, que indudablemente nos ha enriquecido muchísimo.
Laicos y hermanos somos herederos del carisma Corazonista, cuya fuente es, sin dudas, el Sagrado Corazón de Jesús. Caminemos juntos en comunión fraterna para continuar con la inspiración de nuestro fundador.
Mónica Azar
Rectora del Benito Nazar, CABA
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