Sesión Internacional de Pastoral Vocacional
¿Qué quiero ser en la vida?, ¿cuál es el camino que me hará feliz y pleno?, ¿qué quiere Dios para mí?, ¿cuál es mi lugar en el mundo?, ¿cómo puedo ser útil para los demás?... Estas y otras preguntas similares son las que todos tenemos que enfrentar en algún momento de nuestras vidas, al menos si queremos vivir una vida con sentido y trascendente. En definitiva, es la pregunta por eso que llamamos “vocación” y que para los cristianos no depende solamente de lo que cada uno quiere, sino de ser capaces de escuchar en el corazón y discernir por dónde nos va llevando Dios.
Hay infinitos caminos vocacionales, pues cada camino de vida es único, pero a veces estos caminos se juntan, como si fueran racimos, para vivir un mismo llamado, una misma vocación. Y así Dios hace que las personas se unan para vivir un “carisma”, una identidad, regalo de Dios que no aplana nuestras individualidades, sino que les da sentido en un mosaico más grande que nosotros mismos. Así nacieron todas las congregaciones religiosas y así nacimos los Hermanos del Sagrado Corazón.
Hacerse estas preguntas no es fácil, tampoco responderlas. Siempre está la duda de si realmente es Dios quien llama, quien nos muestra un camino o si es cosa de uno; por eso es necesario un acompañamiento, una ayuda “desde afuera” de alguien que, con toda generosidad y desprendimiento, nos ayude a discernir la vocación. Por otra parte, cada familia religiosa tiene también el llamado de Dios a colaborar para que haya más “trabajadores para la mies”, es decir que queremos y debemos invitar a otros a seguir a Jesús por nuestro mismo camino. Esta conjunción de invitación y acompañamiento es lo que llamamos pastoral vocacional.
El Capítulo General de 2018 pidió a todo el Instituto de los Hermanos del Sagrado Corazón que esta pastoral fuera una prioridad en todos nuestros países durante el siguiente sexenio y que compartiéramos experiencias y recursos para apoyarnos mutuamente. Con este mandato en mente, el Consejo General resolvió realizar un encuentro de hermanos específico sobre este tema y encargar su organización a una comisión, compuesta por los Hermanos Ronald de Estados Unidos, Kiko de Brasil, Ignace de Senegal y Emilio de América Austral.
Así, después de un proceso de preparación más largo de lo deseado por culpa de la pandemia, nos dimos cita en Roma veinticinco hermanos de todos los rincones del mundo. Del 23 de junio al 11 de julio de 2022, la Casa General se vio invadida por todos estos hermanos dispuestos a aprender, reflexionar y compartir sobre esta temática, más allá de las diferencias de lenguas y culturas. Y así, una vez más, sucedió el “milagro de la fraternidad”, que es el milagro de nuestra vocación.
Después de un primer día para romper el hielo y generar confianza entre los participantes, tuvimos dos días de retiro de la mano de los discípulos de Emaús. El Hno. Ignace fue el encargado de guiar estos días, que coincidieron de manera muy significativa con las fiestas del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María.
Posteriormente comenzó la primera gran etapa de la sesión: los elementos teóricos de la pastoral vocacional, a cargo de los Hermanos Emilio y Mark, nuestro Superior General. En esta parte desarrollamos los objetivos de la pastoral vocacional, la identidad de los jóvenes, la cultura contemporánea, los modelos de pastoral vocacional, el proceso de adhesión a un carisma, el proceso de acompañamiento y otros temas, iluminados por la Palabra de Dios y documentos de la Iglesia y del Instituto.
Como puente entre esta etapa y la siguiente, contamos con la presencia del Hermano Carlos CMF (claretiano), originario de Argentina y consejero general de su congregación con especial dedicación a la pastoral juvenil y vocacional. Él nos ayudó a reflexionar sobre lo específico de nuestra identidad de hermanos y nos ofreció la experiencia de su instituto, que nos ayudó a abrir la mente e imaginar nuevos caminos.
Llegamos así a la segunda gran parte de esta sesión: los elementos prácticos de la pastoral vocacional, a cargo del Hno. Ronald y de la Hna. Debbie de las Hermanas de los Santos Cirilo y Metodio (congregación de Estados Unidos). Ellos compartieron su experiencia como “directores vocacionales” y nos ayudaron a repensar nuestro proceso de aproximación y acompañamiento a los jóvenes en discernimiento: desde qué preguntas hacer para guiarles en su búsqueda, hasta nuestros deberes éticos según el derecho canónico y los diferentes aspectos legales involucrados. Proporcionaron valioso material que será importante adaptar en cada realidad concreta.
Ya nos acercábamos al final de la sesión, pero antes de terminar queríamos brindar dos experiencias espirituales fuertes que nos ayudaran a presentar a Jesús nuestras búsquedas. La primera de ellas fue un “día de espiritualidad” en parejas por la ciudad de Roma, para dejarnos impactar por algunas obras de arte religioso, darnos un tiempo de oración personal y compartir con nuestro compañero de camino entre una iglesia y la siguiente. Terminamos exhaustos, pero alegres en el Señor. La segunda experiencia fue la visita a las catacumbas de San Calixto, donde fueron enterrados los primeros cristianos de Roma, especialmente los primeros mártires, que fueron venerados allí durante siglos. Celebrar la eucaristía en ese lugar donde reposaron quienes dieron su sangre por Cristo fue un momento muy especial.
Y así llegamos a los últimos pasos de la sesión. El penúltimo fue hacer síntesis de todo lo trabajado y tomar decisiones concretas para mejorar la pastoral vocacional en cada uno de nuestros países: no fuimos a Roma sólo para concluir con “buenas intenciones”, sino para tomar “buenas decisiones”. Y después los representantes de cada provincia y delegación presentaron sus decisiones ante los demás, para recibir sus valoraciones y aportes y así enriquecer aún más esos pasos futuros.
Por último, la tarde final estuvo dedicada a una evaluación de los diversos aspectos de la sesión y a la celebración de la misa de clausura, que tuvo el regalo extraordinario de la renovación de votos del Hno. Dem de Filipinas. Antes de terminar la eucaristía, cada hermano recibió de manos del Superior General una imagen de la pesca milagrosa de Jesús, como signo de envío y recordatorio de lo vivido. Finalmente, en la última cena compartimos toda la alegría de haber compartido juntos esta gran experiencia… y así, con el corazón lleno, nos despedimos.
Se trató de una experiencia muy enriquecedora, en la que no sólo hablamos de nuestra vocación, sino que la renovamos juntos. La apertura y participación de todos ayudó a crear el clima de fraternidad que da sentido a nuestro ser hermanos. Y, en medio de todo eso y en cada momento, estuvo Jesús que, con su Corazón grande y abierto, sigue confirmando nuestro camino y animándonos a invitar a otros a vivirlo.
Hno. Emilio Rodrigo
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