Ser educadores de la fe
El 30 de septiembre celebraremos el aniversario de la fundación del Instituto y quisiera enfatizarlo recordando este gran mandato que nos marca la Regla de Vida: “Ser educadores de la fe” (RdV164). Es toda la comunidad la que debe cuidar este aspecto de nuestra misión, independientemente de nuestra edad o tareas.
A continuación, me sirvo para guiar mi reflexión de varias citas bíblicas que ponen de relieve al joven. Los jóvenes en la Escritura son presentados de modo positivo: se resaltan sus cualidades físicas, psicológicas y morales. Aunque se subraya su capacidad “para hacer cosas”, se señala también su necesidad de personas que les ayuden a expresar su fe y a convertirse en lo que Dios quiere que sean. Veamos algunos ejemplos:
Proverbios 1, 4 establece que el sentido de dicho libro es “para dar perspicacia a los incautos, y al joven, ciencia y reflexión”. Las enseñanzas que se proponen sirven para dar discernimiento a los jóvenes que necesitan progresar en su fe. Cuando alguien tiene sabiduría y entendimiento puede estar seguro de sus decisiones y pensar antes de actuar, en lugar de ser fácilmente influenciado por otros.
En 2 Timoteo 1, 5 se lee: “Porque tengo presente la sinceridad de tu fe, querido joven Timoteo, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y estoy convencido de que tú también la tienes”. ¡Hay una transmisión de la fe a los jóvenes, de generación en generación!
En 1 Juan 2, 14: “Jóvenes, les he escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y ustedes han vencido al Maligno”. Los jóvenes son profundamente espirituales en el relato de Juan.
Y en Hechos 18, 24-26 encontramos este detallado testimonio: “Un judío llamado Apolo, originario de Alejandría, había llegado a Éfeso. Era un hombre elocuente y versado en las Escrituras. Había sido iniciado en el Camino del Señor y, lleno de fervor, exponía y enseñaba con precisión lo que se refiere a Jesús, aunque no conocía otro bautismo más que el de Juan. Comenzó a hablar con decisión en la sinagoga. Después de oírlo, Priscila y Aquila lo llevaron con ellos y le explicaron más exactamente el Camino de Dios.” Podemos entender que los jóvenes, aunque tengan mucha fuerza, necesitan referentes que les ayuden a dar una orientación a su vida según la voluntad de Dios.
En un encuentro en Roma, tuve la oportunidad de escuchar al padre Fabio Attard, salesiano, consultor del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, exponer sobre el tema de ser agentes de la pastoral de juventud/vocacional y acabó haciendo una conexión entre el ser educador de la fe y ser acompañante de los jóvenes. Nos decía casi textualmente: “Quien camina con el joven va en busca de la belleza que se esconde en su corazón y está llamado a crear las condiciones necesarias para que esta belleza salga a la luz, crezca y encuentre su plenitud. Quien camina con los jóvenes es un pedagogo que ve el futuro en el presente y crea, en el presente, todas las condiciones necesarias para que el futuro se haga realidad”.
Esta pequeña reflexión me da pie para agradecer a los grupos que velan para dar testimonio de su fe y a quienes los acompañan. También quiero reconocer a quienes atienden a los jóvenes con su presencia cotidiana en los colegios, ¡no me olvido de sus grandes aportes para que los estudiantes crezcan y desarrollen sus proyectos, sus anhelos, sus esperanzas! Y, finalmente, a quienes hacen posibles los encuentros de formación y animación para los docentes, allí también se ve al educador/a de la fe. ¡Gracias a todos!
Hno. Denis J. E. Plourde
Superior Provincial
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