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Retiro del grupo misionero de Temperley

Desde el viernes 16 al domingo 18 de agosto, con el Grupo Misionero Cor Jesv de Temperley vivimos un retiro que se basó en conocer un poco más acerca de nuestra Madre, María.

 

El viernes comenzamos adentrándonos en los dogmas marianos: María, Madre de Dios; la Virginidad de María; su Inmaculada Concepción y su Asunción. Buscamos no solo aprender de ellos, sino entender cómo nos ayudan y guían en nuestro camino de fe. Estos dogmas nos desafían a no perder de vista el destino final: un encuentro pleno con Dios. Así, cada aspecto de la vida de María se convierte en una llamada a seguir sus pasos, a vivir una fe profunda y a mantener la esperanza en medio de las dificultades.


A partir del sábado, contemplamos cuatro momentos de María que encontramos en el Evangelio. Comenzamos por la Anunciación, donde vemos cómo María es un ejemplo de confianza plena en Dios, incluso cuando no entiende completamente el plan divino. Nos pusimos a pensar: ¿qué haríamos en su lugar?, ¿estamos dispuestos a decir que sí a Dios como lo hizo María? De su respuesta inmediata y fiel aprendemos la importancia de estar abiertos a la voluntad de Dios.

 


Con la Visitación entendimos más que nunca nuestra tarea de llevar el amor de Jesús a los demás y cómo esa salida al encuentro del otro no puede esperar a nada ni a nadie. Como dice nuestro lema: “¿cómo no hablar si Su voz nos quema dentro?”. Reflexionando en grupo nos dimos cuenta de dos cosas muy importantes para ser misioneros: dejarse cubrir por el Espíritu Santo y llevar a Jesús como nuestro más preciado tesoro.


Nuestro siguiente momento de reflexión comenzó con una invitación a una gran boda, a la que acudimos, como corresponde, ¡muy bien vestidos! En las Bodas de Caná vimos a María preocupada por nuestros problemas más humanos y cómo se encarga de que Jesús vea y se haga presente en esos problemas. A partir de esta cita, María nos deja muy claro en quién poner el foco: “Hagan lo que Él les diga.” 

 

Luego de compartir la misa con los niños y la comunidad del colegio, aprendimos un poco más de la responsabilidad que nos deja Jesús: en la cruz nos da a su Madre, nos regala ese amor incondicional que Él vivió durante toda su vida y, además, nos invita a cuidar de María como uno de nuestros grandes tesoros, quien nos marca el camino para llegar a Él.

 

Para finalizar el fin de semana, nos reunimos todos los misioneros, para compartir un riquísimo almuerzo, aprender de María como primera misionera y, cada vez más cerca de la misión de enero, conocer un poco más de los grupos de trabajo.

 

Lucía Toniutti y Paz Arribere

Temperley

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