Reseña Biográfica | Hno. César Edito Gómez Muñoz sc
Pilén [Chile]. 28 de febrero de 1948. Montevideo [Uruguay]. 1O de agosto de 2024.
En el año 2018 el Hno. César escribió una breve autobiografía por iniciativa propia. En el momento de intentar condensar su vida en unas pocas líneas, el mejor tributo que podemos ofrecerle es dejar que él mismo nos
introduzca en ella, tal como la recordaba e interpretaba. Simplemente se han realizado algunas correcciones de estilo y, al final, se han añadido algunas notas sobre sus últimos años.
Nací el 28 de febrero de 1948, de José Samuel y Ana María, en un poblado de casas diseminadas y unidas por la familiaridad de sus habitantes, denominado Pilén, a 7, 9 km de la ciudad de Cauquenes, capital de la antigua provincia del Maule, 357 km al suroeste de Santiago de Chile.
Mi familia, sencilla y unida, fue el resultado de las segundas nupcias de mi padre, luego de fallecer su primera esposa. Mi padre tuvo un total de once hijos, dos fallecieron a pocos años de nacer [Edgardo y Benedicta); del resto, los dos mayores fueron hijos del primer matrimonio y los siete siguientes del segundo [dos hermosas damas y cinco robustos varones).
De mi infancia recuerdo que, hasta los 4 años más o menos, viví en la casa de campo de mis abuelos maternos en Pilén. Luego nos asentamos, trasladándonos en carreta, a la ciudad de Cauquenes, donde cursé estudios primarios o básicos [de los 7 a los 12 años) en la, para mí, "gloriosa .. Escuela Hogar Nº 26.
A los 13 años, en 1961, mi padre me inscribió en el recién fundado Instituto Cauquenes, de los Hermanos del Sagrado Corazón. Allí hice 1° y 2º Humanidades y conocí a los primeros hermanos: Hervé [director), Onésimo [mi profesor jefe) y Luciano [que enseñaba en 3° básico y dirigía el coro de los niños cantores).
Tras una respuesta positiva mía a una encuesta que sondeaba aspiraciones a comprometerse en la vida religiosa con los Hermanos del Sagrado Corazón, partí en 1963 al seminario menor de Talagante, a unos 30 kilómetros hacia el oeste de Santiago, que me abrió las puertas para cursar 3°, 4° y 5° Humanidades.
El seminario fue para mí una etapa de continuidad con la vida en familia: crecí y me desarrollé sana y robustamente, en una normalidad muy deseada y grata. Allí completé los tres últimos años del nivel medía y, a la vez que aprendía las ciencias humanas, mí espíritu se alimentaba con el Pan y la Palabra del Señor, que se me ofrecía. Un grupo de muchachos, compañeros de estudios y seminaristas, me ambientaron en sociedad y me prepararon para dar servicios acordes con mí formación.
Al cumplir los 17 años, a fines de 5° Humanidades, fui investido como postulante junto a otros tres compañeros, acompañado por mí maestro formador, el Hermano Paul Cauchon, y el hermano Jean-Paul Racíne o Héctor, superior regional, quien me hizo entrega de un Nuevo Testamento. Nunca se me olvidó cómo la comunidad religiosa y los aspirantes cantaban:
··como brotes de olivo en torno a tu mesa, Señor, así son los hijos de Iglesia.....
En seguida, tras cumplir los 18 años en febrero de 1966 tomé el hábito y, unos días después, partí a San Esteban, en la provincia argentina de Córdoba, para dar ínícío al noviciado. Éramos seis nov1c1os, cuatro argentinos y dos chilenos, que percibíamos cómo el don de Oías se hacía presente en nosotros. A los religiosos el noviciado nos hace descubrir cuán bueno y grande es Oías, dándonos su gracia que nos lleva a experimentar en vida la eternidad del Cielo.
Terminado el noviciado, los seis novicios hicimos nuestra primera profesión por un año el 2 de febrero de 1967, en San Esteban. Realmente me sentí propiedad de Oías para toda mí vida. Los cuatro profesos argentinos siguieron en su patria, los dos chilenos regresamos a Talagante, Chile, donde nos integramos a la comunidad y vivimos como escolásticos, siendo nuestro maestro el Hermano Emilio Champagne.
En 1967 finalicé mis estudios secundarías [6° Humanidades). Nuestro profesor jefe era el Hermano Adríen Oían. Los sábados de cada semana víajaba a la ciudad de Santiago para servir en el grupo scout con sede en el Liceo Ruíz Tagle. Como buen scout prometí ..cumplir mis deberes para con Oías, la Iglesia y la Patria, ayudar a mí prójimo en toda circunstancia y observar la ley scout".
Además, el último domingo de cada mes hacíamos paseos por el día desde el Liceo Ruíz Tagle a diversas localidades próximas a la capital, tanto hacía la cordillera como hacía la costa. Concluíamos cada año con un gran campamento en tren hacía el sur; participé en el de Curícó [en enero de 1968) y en el del Lago Víllarríca {en enero de 1969).
En 1968 dejé atrás la casa de formación de Talagante, como un gran hito en mi caminar y en
mí formación espiritual, para recibir mí primer nombramiento como integrante de la comunidad religiosa del Liceo Ruiz Tagle, en la comuna de Estación Central en Santiago de Chile. Me encargaron la jefatura de un cuarto básico o primario. ¡Qué responsabilidad!, recién egresado de enseñanza media y al frente de unos 45 vivarachos que, por cierto, me hicieron transpirar muchas veces.
Junto a ello, continué con las reuniones de lobatos {scouts) y empecé estudios en el Hogar Catequístico para obtener el título de Profesor de Educación General Básica con mención en Religión. Recibidos los resultados suficientes de la Prueba de Aptitud Académica {PAA), también me inscribí como estudiante en la Universidad Católica para ser Profesor de Educación General Básica con mención en Castellano. Todos estos compromisos me obligaban a iniciar a diario mis actividades a las 5:30 de la madrugada y continuar, en ocasiones, hasta medía noche.
La experiencia gratuita de la benevolencia y amor divino, que se derramaba en abundancia en
mí persona, esperando sólo mi abandono total y exclusivo, tal como era, me impulsó en las
nuevas consagraciones religiosas temporales, hasta la definitiva confirmación de mí seguimiento tras las huellas del Maestro, en plenitud y hasta las últimas consecuencias. Mi profesión perpetua fue el 1 ° de enero de 1973, en el santuario de Schoenstatt en Santiago.
Puedo dividir mi vida apostólica en tres etapas:
1968-1989. Este primer período se caracterizó por el trabajo directo con alumnos como
profesor en varios colegios:
Mi primer campo apostólico fue con scouts y como profesor en el Liceo Ruiz Tagle, de
1968 a 1971.
Luego integré una comunidad de formación en Villa Ecuador, con un grupo juvenil [CEJUVE - Centro Juvenil Villa Ecuador), en 1972 y 1973.
A continuación, realicé servicio educativo en el Instituto Presidente Errázuriz, en la comuna de Las Condes de Santiago de Chile, de 1974 a 1977.
Posteriormente, pasé doce años en San Antonio, de 1978 a 1989, donde vivíamos en una residencia fuera del colegio e íbamos a trabajar a pie o en locomoción como tantos otros educadores. Allí apoyé los colegios Instituto del Puerto y la Escuela 475 {una institución pública inserta en una población de escasos recursos que en 1990 pasó a llamarse Escuela Padre André Coindre, en honor a nuestro fundador].
1990-2013. De nuevo en Santiago, volví al Instituto Presidente Errázuriz para ejercer tareas de docencia, dirección y representación legal. En este centro educativo desarrollé el tramo más largo de mi servicio apostólico y religioso.
2014-2018. El 1° de marzo de 2014, cerrada la misión de los Hermanos del Sagrado Corazón en Chile, me trasladé, nombrado por el superior de la Provincia de América Austral, por un año, a Venado Tuerto {provincia de Santa Fe, Argentina] y desde 2015 a 2018 me desempeño como integrante de la comunidad y del colegio Sagrado Corazón de Lomas de Zamora {provincia de Buenos Aires, Argentina], en calidad de jubilado, con 70 años cumplidos.
Todo este conjunto de experiencias ha ido moldeando y desarrollando mi crecimiento vivencia/ como siervo del Señor: el fuego divino abrasador, la generosidad extrema en donación al Maestro, el viento del Espíritu que mueve e impulsa haciendo liviana la mole más pesada... constituyen una motivación y una fuerza de acción que no responden a las capacidades de nuestra pobre humanidad, sino al radiante foco que esclarece el espíritu y se irradia en la labor, que ya no es de uno sino de Dios, a Él el honor y la gloria.
¡Amado sea el Corazón de Jesús!
El Hno. César permaneció en la comunidad de Lomas de Zamora hasta el año 2020. En 2021 fue trasladado a Montevideo, Uruguay, sumando así un tercer país a su camino de entrega. Allí asumió la administración de la comunidad de hermanos, tarea que nunca había realizado con anterioridad y en la que puso todo su empeño. También se encargaba de abrir cada mañana el edificio de Inicial y Primaria para recibir a los niños, así mantenía un vínculo con los alumnos.
A fines de 2022 empezó a sentir un malestar estomacal y, tras visitar a su familia en enero de 2023, comenzó a realizarse estudios en el Círculo Católico de Obreros del Uruguay. Los primeros resultados revelaron una masa tumoral. Comenzó un tratamiento de quimioterapia y, posteriormente, se le realizó la resección total del estómago. Analizados los tejidos extraídos se ajustó el tratamiento de quimioterapia en busca de una curación total.
En el mes de diciembre de 2023, aunque había perdido mucho peso, se hallaba bastante bien de fuerzas y ánimo. Se evaluó que podía participar del retiro provincial entre Navidad y Año Nuevo, pero se le sugirió dejar su viaje anual a Chile para cuando tuviera más fuerzas.
Sin embargo, en 2024, con el paso de los meses, los resultados no fueron los esperados y en julio, tras algunas complicaciones que requirieron su internación, los médicos determinaron que lo más conveniente era la internación domiciliaria con tratamientos paliativos.
Su salud se debilitaba un poco mas cada día, era consciente de que el final se acercaba. Pudo hablar de su próxima Pascua abiertamente con el Superior Provincial, Hno. Denis J. E. Plourde, y celebrar con paz en el corazón el sacramento de la reconciliación. Falleció en la paz del Señor el 1O de agosto de 2024. Tenía 76 años y 5 meses y medio, de los cuales estuvo consagrado a Dios 57 años y 6 meses.
Su autobiografía refleja muy bien quién era y quién es ahora en la casa del Padre, no por los datos históricos que nos aporta, sino porque nos permite descubrir la poca importancia que él se daba a sí mismo y la centralidad que concedía a Dios en su vida. Recordaba con detalle la canción que se cantó el día del inicio de su postulantado: "Como brotes de olivo en torno a tu mesa, Señor, así son los hijos de Iglesia..... Ahora esos brotes ya han dado fruto y César, nuestro hermano, está sentado en la mesa de su Señor para vivir el gozo eterno.
Descanse en paz.
Hno. Emilio Rodrigo se
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