Nuestra pequeña porción de cielo
Ya había tenido experiencias previas en otros retiros espirituales, pero el Tinkunaco fue algo distinto. Encontrarnos entre jóvenes de otras partes, con otras realidades, con diferentes mentalidades e incluso creencias, generó un ambiente de paz y cariño, que nunca antes había experimentado.
La conexión que hubo con Dios ese fin de semana fue increíble: nos sentíamos contenidos y realizados en nuestro espacio, en nuestra pequeña “porción de cielo”, como solíamos decir. Cada abrazo, cada palabra de cariño, cada lagrima derramada por el de al lado, cada consuelo, cada charla, cada sonrisa, cada recuerdo… en todo estaba Dios presente
Este tipo de experiencias son las que realmente valen, las que nos reconectan con Dios, reaniman nuestra fe, encienden la llama de nuestros corazones y nos permiten revalorizar a los que tenemos al lado, tanto como nuestro trato con ellos y su trato hacia nosotros.
Como último punto, pero no menos importante, poder tomarse un fin de semana para convivir con uno mismo, entenderse y abrazarse, es uno de los regalos más lindos que nos puede brindar el Señor.
Lucas Scolari
Colegio Sagrado Corazón, Venado Tuerto
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