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La lectura y la formación continua

Bien sabemos que la lectura aporta innumerables beneficios: ejercita nuestro cerebro, activa la memoria, nos hace recordar, conocer y aprender, libera nuestras emociones, nos entretiene, mejora nuestro vocabulario y comprensión, estimula la curiosidad... Podríamos continuar enumerando muchos más. Somos seres culturales, inmersos en una sociedad que avanza tecnológicamente a pasos agigantados, por lo que el hábito de leer es una herramienta fundamental para nuestro enriquecimiento personal.

Dice Delia Lerner: “Leer es adentrarse en otros mundos posibles. Es indagar en la realidad para comprenderla mejor (...) es sacar carta de ciudadanía en el mundo de la lengua escrita.”


Desde nuestro rol docente somos actores principales en la transmisión de la cultura y de nuestra práctica lectora se desprende nuestra pericia para acercar textos de calidad y valor a nuestros alumnos.


En el Nivel Inicial acompañamos a los chicos, a través de variados recursos y estrategias, en sus primeros pasos hacia la alfabetización. Los más pequeños comienzan descubriendo letras en distintos soportes, reconociendo su nombre propio para luego comenzar a escribirlo. Hasta que comienzan a descifrar ese código misterioso, que de pronto descubren y se abre para ellos el “maravilloso mundo de las palabras”. Es muy emocionante guiarlos en este proceso y presenciar esos momentos mágicos y reveladores en los cuáles empiezan a leer.


Con el correr del tiempo estos procesos se van complejizando. Los niños irán transcurriendo su escolaridad y los adultos de referencia (padres, madres y docentes) seremos su modelo de lector. La familia y la escuela son los contextos fundamentales en los primeros años del desarrollo humano; el potencial de ambos se ve multiplicado y fortalecido cuando funcionan en sintonía. Para ello debemos construir canales de comunicación fluidos, cordiales y complementarios con el objetivo de favorecer la trayectoria escolar de cada estudiante.


En palabras de Baretta, Pittaluga y Martínez: “En una comunidad lectora que permite crecer a sus integrantes como usuarios de la lengua escrita, hace falta que cada uno de ellos se construya como lector con el otro”.


Mantenernos activos en tema de lectura como profesionales de la educación, ya sea en material pedagógico o en textos narrativos, es un instrumento fundamental en nuestros procesos de formación continua. Ya que no sólo será una herramienta primordial en la sala o el aula, sino también en cada intercambio con las familias de nuestros alumnos. Así podremos acompañarlas no sólo desde lo pedagógico, sino desde otras instancias a las que nos compromete la realidad de la escuela hoy.


Una entrevista, una reunión, una experiencia de aprendizaje compartida en la institución… son oportunidades para enriquecer ese vínculo tan valioso entre la casa y la escuela. De nuestras habilidades, que vamos adquiriendo con el ejercicio y la práctica de nuestra tarea, y de nuestro bagaje cultural se abrirán los caminos de ida y vuelta para recorrer junto a los niños que nos han sido confiados. Ese es nuestro gran desafío.


Lucía Ortigueira

Nivel Inicial, Benito Nazar (CABA)

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