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Encorazonados, encuentro virtual de docentes (24-10-2020) Testimonio I

En estos tiempos atípicos que estamos atravesando y que nos obligan a quedarnos en casa, se tornó moneda corriente encontrarnos con los demás a través de videoconferencias. Muchas plataformas se volvieron el lugar virtual donde nos reunimos todos para trabajar, para festejar un cumpleaños, para charlar con algún ser querido, para dar o tomar clases... En fin, las videollamadas se volvieron parte de nuestra rutina diaria.

Pero hace algunos días recibí una llamada muy especial, muy distinta a las que acostumbro a hacer en estos tiempos, porque esta, sin dudas, tocó lo más profundo de mi corazón y lo llenó por completo de alegría, amor y carisma. Esta vez, el que estaba del otro lado de la pantalla y me llamaba a su encuentro era Jesús. Jesús, presente y vivo en cada uno de los más de ciento cincuenta Corazonistas que participaron de esa oportunidad. Jesús, que sin dudas me habló a través de ellos y se hizo presente en sus palabras, en sus gestos, en sus sonrisas, en sus miradas, en sus silencios. Jesús, que fue el encargado de “encorazonarnos” a pesar de la distancia y nos permitió compartir un grato momento de charla, de risas, de reflexión y de oración. Un tiempo de encuentro, con nosotros mismos y con quienes compartimos el sentimiento de ser Corazonistas.

Como dice Michael Ende, “…todos sabemos que a veces, una hora puede parecernos una eternidad, y otra, en cambio, pasa en un instante; depende de lo que hagamos durante esa hora. Porque el tiempo es vida, y la vida reside en el corazón…” Sin duda, esas horas de videollamada se pasaron volando, porque pude disfrutar del momento y no pensar en lo demás, desconectarme por un rato de la realidad para encontrarme con mi corazón. Allí descubrí a Jesús y a personas que, a pesar de no conocerlas, son parte de una gran familia de la cual tengo la dicha de pertenecer, la familia Corazonista.

El encuentro “Encorazonados” dejó en mí una huella que no para de crecer. Es esa huella que deja siempre cada Corazonista que se cruza en nuestras vidas y que, indudablemente, siempre dejan una marca. Son huellas de fe, de amor, de confianza, de vida, de carisma, de alegría... Y nosotros somos los encargados de no dejar que se borren nunca.

Gracias por tan hermoso encuentro, ¡ojalá pronto volvamos a encorazonarnos!

Rocío Diplotti, Venado Tuerto




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