Celebramos el Bicentenario, felices porque Jesús nos encuentra esperándole y sirviendo (MT 24,46)
Llegamos al Bicentenario de la fundación de nuestro Instituto de Hermanos del Sagrado Corazón y nos sentimos agradecidos, gozosos y con la necesidad de compartir nuestra alegría. En esta celebración Jesús se emociona al mirarnos y ver nuestra vida orientada al servicio de los niños y jóvenes. Estamos “felices” (Mt 24, 46) porque nos ha encomendado una misión y “nos encuentra velando, esperándolo, con las lámparas encendidas, nos invita a la fiesta” (Cf. Mt 25, 10).
FELICES, porque “Jesús nos ha dado su gloria” (Jn 17, 22) y nos encuentra unidos, extendidos por todo el mundo, anunciando la Buena Noticia. Nos reconocemos como Cuerpo de Cristo, hijos de la Iglesia y hermanos entre nosotros. “Hemos sido enriquecidos en todo” (1 Co 1, 5).
FELICES, porque confiamos en Cristo, que nos ha amado primero. No le importa que nos veamos pequeños, pues con su mirada nos llena de su amor.
FELICES, porque el Corazón de Jesús nos ha elegido y modelado a su manera. Vivimos la libertad de servir sin límites, llegando a los niños, sus predilectos.
FELICES, compartimos nuestro carisma con infinidad de personas que se sienten atraídas por lo nuclear: su CORAZÓN. “De su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia” (Jn 1, 16). Nos podemos dar sin límite para llenarnos más de su amor.
FELICES, porque escuchamos la Palabra y la vivimos, permitiendo que el Espíritu nos haga hermanos de Cristo y entre nosotros. Esto nos hace llegar a los jóvenes despertando su corazón hacia lo grande y lo sublime, acoger a los que se sienten desanimados, mirar compasivamente a las familias que nos piden ayuda para educar a sus hijos, para mostrarles la grandeza de su vocación de ser padres.
FELICES, por nuestra familia Corazonista, por convertir cada comunidad educativa en una Iglesia doméstica, sin jerarquías, valorándonos por lo que somos y compartiendo con todos la fraternidad.
FELICES, porque vivimos en el Corazón de Jesús y estamos encendidos en el fuego de su amor.
Komen