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Abrió la escuela... Y abrimos el corazón

(Ciudad Autónoma de Buenos Aires)


¡Un día volvimos! Nos encontramos un paso más adelante en este camino que el 2020 nos tenía preparado y que sorprendió al mundo entero, obligándonos a hacer una pausa.


Sabemos que cada inicio trae consigo nuevas expectativas y ansiedades, pero seguramente este comienzo de curso quedará en el recuerdo de todos nosotros, aun cuando pasen los años. Porque regresamos a las aulas, pero no a la escuela que conocemos, es muy diferente a la que estábamos acostumbrados.


Faltaron los abrazos y besos, pero tuvimos los codos y las manos en alto para saludarnos; faltaron las sonrisas, pero tuvimos las miradas profundas que ahora agudizan nuestro trabajo; no tuvimos recreos de manchas, saltos y corridas, pero hubo rondas para estar juntos; no tuvimos reuniones en sala de maestros, pero sí el trabajo en equipo de poner lo mejor de cada uno para que todo salga bien. Faltaron muchas cosas, pero tenemos la certeza de que en cada rincón del patio, en cada aula y en cada burbuja hay un lazo Corazonista que nos une y nos llena de alegría.


Y al pasar los días, a pesar del gran cansancio que implica poner el cuerpo a esta “nueva normalidad”, al ver llegar a los chicos con tanta alegría y entusiasmo por volver al Benito, la incertidumbre se va diluyendo, sentimos que el esfuerzo vale la pena y nos damos cuenta de que, si ponemos el corazón en lo que hacemos, superaremos, aún en las dificultades, este nuevo desafío en el que estamos embarcados.


En este nuevo escenario, familias, alumnos y docentes del Benito Nazar nos encomendamos al Sagrado Corazón para que podamos incorporar los cambios de manera positiva y aprovechar esta nueva oportunidad de fortalecer y reactivar los vínculos entre toda la comunidad Corazonista.

Señor, danos sabiduría, paciencia y amor a nuestra vocación.

Renueva nuestro entusiasmo por enseñar

y permanece con nosotros en cada una de nuestras clases.

Danos un corazón atento y sensible para comprender, amar, ayudar y formar

las vidas que has puesto a nuestro cuidado.

Que nunca Señor, faltemos a la verdad,

y que cada niño, adolescente o joven que pase por nuestra aula

quede iluminado por tu presencia.

Te pedimos, Señor, que nos bendigas

y te damos gracias por ser el único y verdadero Maestro. Amén.


Yanina Elizabeth Ibáñez, docente de Primaria

Colegio Benito Nazar, Buenos Aires

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