Mi Dios, mi Amigo, mi Hermano
Estabas antes que yo
cuando vine a ser tu hermano.
Me esperabas con abrazos
y ternuras de mayor.
A tu sombra fui creciendo
sin conocer pormenores.
Mi vida fuiste tejiendo
hilvanando mil favores.
En nuestro primer encuentro
del que tenga yo memoria,
dio comienzo nuestra historia:
forma de Pan, alimento.
No fue fácil comprender
todo el peso que tu vida
en mi vida supondría.
Allí te empecé a querer.
Fuiste Hermano inseparable
en mis días y en mis noches.
Días ricos, noches pobres…
de caminos insondables.
Preocupado vi tu rostro,
cuando intenté superarme
buscando en todo, mis logros,
sin esperar a esperarte.
Fue el momento del Amigo
que acompaña en el silencio;
sonriendo con una mueca,
sufriendo mi desconcierto.
Dios te ofreció como Hermano;
elegiste ser mi Amigo.
Noto en mis hombros tu brazo
y tu corazón conmigo.
Después de todo lo andado,
te siento hermano y amigo.
Te siento amigo y hermano.
Sos mi refugio y mi abrigo.
A lo largo del camino,
armando la relación,
fui comprendiendo el estilo
que elige tu Corazón.
Cristo amigo enamorado…
Cristo hermano enamorado…
Yo de Cristo enamorado:
¡mi Dios, mi Amigo, mi Hermano!
Hno. Roberto F. De Luca (1º/07/20)