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Regreso a la presencialidad en Montevideo

“Covid-19”, “pandemia”, “barbijo”, “distancia social”, “cuarentena…” palabras que hasta marzo de 2020 eran sólo eso, palabras… Las noticias de otros continentes parecían lejanas hasta que un viernes, 13 de marzo, no lo fueron e hicieron que aquellas palabras lejanas se volvieran “nuestras” palabras; las más usadas ya no sólo en boca de los expertos, sino en boca de la gente común y, particularmente, también en boca de nuestros niños.

En Uruguay, como en todo el mundo, esperábamos lo peor: cientos de miles de contagiados, cuarentena obligatoria, saturación de hospitales, muchos fallecimientos… Pero nada de eso sucedió para sorpresa de todos, la gran ola que se acercaba en el horizonte nunca tocó tierra con la violencia esperada. ¿Por qué sucedió así? Tal vez por ser un país con poca densidad de población, por las rápidas medidas del Gobierno o por la responsabilidad de la gente al seguir las indicaciones sanitarias en las primeras semanas… No lo sabemos a ciencia cierta, pero la curva se convirtió en meseta y después empezó a decaer y, aunque de tanto en tanto surge un nuevo brote, la realidad hoy es que hay sólo 60 personas cursando la enfermedad en todo el país, que menos de 1.000 se han infectado y que los fallecidos por esta causa son 30.

Ante esta realidad el Gobierno programó el regreso a las clases presenciales en forma gradual (en Montevideo 16 de junio para Nivel Inicial y 6º de Secundaria y 29 de junio para todos los demás). Si bien en nuestro colegio (y en las instituciones privadas en general) se hizo un marcaje “cuerpo a cuerpo” a los alumnos, por lo que no quedó ninguno totalmente desconectado en estos meses, la realidad de la educación pública era muy diferente y urgía volver a la presencialidad. Comenzaron a aparecer los protocolos e indicaciones de los distintos organismos, la información a veces se repetía y no siempre era clara. Entre las muchas condicionantes a las que debíamos adaptarnos, había dos que marcaban la cancha: la disposición de que los alumnos estén (al menos en clase) a un metro y medio uno del otro y que no estén en el colegio más de 4 horas. Además, el regreso a la presencialidad es voluntario.

¿Cómo cumplir con toda la normativa y al mismo tiempo ofrecer la mejor opción pedagógica posible y la más práctica para las familias? Las neuronas se pusieron en marcha y llegamos a la conclusión que un solo modelo no podía servirnos, necesitábamos evaluar cada nivel educativo por separado, teniendo en cuenta las características de la edad y de sus programas y objetivos. Así llegamos a cuatro propuestas diferenciadas:

  1. Nivel Inicial: Es uno de los niveles que decidimos priorizar, por lo compleja que es su contención en las familias y por las dificultades, especialmente en 3 años, con las clases virtuales. Habilitamos algunos salones nuevos y desdoblamos las clases, así logramos que todos los niños puedan venir de lunes a viernes de 8:00 a 12:00. Hoy asisten más del 90% de los niños.

  1. Primaria: Dividimos los grupos en dos (“rojos” y “azules”), unos vienen los lunes y miércoles de 8:00 a 12:00, mientras que otros lo hacen los martes y jueves, los viernes se alternan. Por la tarde, en su casa, “rojos” y “azules” juntos, reciben las clases virtuales de las materias especiales (Inglés, Artes Visuales, Educación Física, Taller de Ciencias…). Priorizamos el trabajo de la Maestra titular y por eso sólo Catequesis (por opción pastoral) ha vuelto a ser presencial en la mañana. Está asistiendo el 100% del alumnado.

  1. 1º a 4º de Secundaria: También se dividió a los grupos en dos (“rojos” y “azules”), pero, dado que su jornada normalmente es bastante larga (unas 6 horas en promedio) y que los adolescentes son más autónomos, decidimos buscar que pudieran asistir todos los días. La mitad del grupo lo hace en las primeras horas de la mañana (7:50 a 10:40), luego hay un corte para la limpieza y desinfección de los salones y, a continuación, ingresa la otra tanda (desde las 11:20 hasta concluir la jornada). Cada semana los grupos se intercambian la franja horaria a la que asisten. El nivel de asistencia presencial es cercano al 100%.

  1. 5º y 6º de Secundaria: Este es el otro grupo de alumnos que decidimos priorizar, debido a su proximidad al egreso. En este caso hay que señalar que los grupos de alumnos son poco numerosos, pero que las diferentes orientaciones (¡y hay muchas!) se juntan en grupos más grandes para ciertas materias… el panorama era complejo. Finalmente resolvimos asignar 4 grandes salones (2 para 5º y 2 para 6º) que les permitieran mantener la distancia de metro y medio requerida: Utilizamos el salón multiuso, creamos otro (demoliendo una pared) y reubicamos la sala de informática. Así logramos que los chicos vengan todos de lunes a viernes hasta 4 horas diarias, las materias que no entran en esa franja se mantienen de manera virtual. La asistencia es casi del 100%.

Hasta aquí la información práctica, que puede resultar interesante y ayudar a pensar en diferentes opciones para cuando llegue el turno en cada colegio. Hay muchos más detalles que podríamos contar, pero queremos terminar yendo a lo importante: El esfuerzo increíble y la disposición de los docentes, la respuesta de las familias, las caritas de pura felicidad de los niños, los choques de puño o codo de los mayores (y los abrazos hasta que los descubrimos y los retamos), el trabajo a conciencia de todo el personal de mantenimiento y limpieza… El frío de las jornadas de estos días no hace mella en la calidez del encuentro.

Contemplaremos, seguramente, dentro de unos años este tiempo como el tiempo en que juntos superamos la pandemia, que nos quitó mucho, pero nos dio la posibilidad de redescubrirnos cercanos los unos a los otros, en la cercanía del Corazón de Jesús.

Equipo Directivo del Colegio Sagrado Corazón de Montevideo

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