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Junio: mes del Sagrado Corazón


La Solemnidad del Sagrado Corazón es la culminación de las fiestas relacionadas con la Pascua. Jesús se va al cielo y nos envía el Espíritu Santo, pero continua presente entre nosotros con el signo humano más elocuente de su amor: el Corazón. Sabe que sin corazón no podemos vivir.

Como Iglesia somos el cuerpo místico de Cristo. Aunque Él es la cabeza, sigue siendo también el Corazón; nosotros vivimos de su amor y podemos amar porque somos amados. Nos da el mandamiento del amor (Jn 13, 34) y a la vez nos da el don de poder amar a su manera.

La Pascua, que celebramos durante cincuenta días, culmina con Pentecostés, con la llegada del Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, y que viene en nuestra ayuda para regalarnos los sentimientos “que nos hacen llamar a Dios ¡Abba!” (Rom 8, 15) y a Jesús “¡Hermano!”, que nos ama de todo Corazón.

Este año en el evangelio de la Fiesta del Sagrado Corazón, el veintiocho de junio, se nos invita a vivir la parábola del Buen Pastor (Lc 15, 3-7), que nos describe cómo es el Corazón de Jesús en relación con nuestro corazón. Tiene en cuenta que estamos llamados a vivir en comunidad, con los otros, y la tentación constante a distanciarnos; pero Cristo nos llama y nos lleva a vivir la alegría de su Corazón, junto con los otros, como hermanos.

El mes de junio, tenemos muchos motivos para agradecer al Sagrado Corazón:

  • Los frutos de la Sesión Internacional del Carisma, que culmino el día 11 de mayo.

  • El compromiso de los colaboradores en la misión.

  • El proceso de discernimiento de la vocación de algunos jóvenes.

  • La unidad y la fraternidad de nuestras comunidades.

  • El deseo que tenemos todos de vivir en autenticidad la consagración.

  • Los niños, jóvenes y sus familias que confían en nosotros.

  • …cada uno de nosotros puede pensar y añadir muchos otros motivos personales.

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