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La Cruz del Carisma Corazonista

Un carisma es un don que Dios regala a una persona o a un grupo de personas, para que lo ponga en obra en bien de la Iglesia y del mundo. Cada familia religiosa tiene por tanto su propio carisma, que es como decir que tiene su identidad o incluso, por analogía, podríamos decir que tiene su propia “personalidad”.


Así como las personas nos parecemos, pero somos todas distintas; del mismo modo sucede en la Iglesia: hay congregaciones o movimientos que pueden parecerse unos a otros, pero en el fondo cada uno es único e irrepetible, cada uno refleja una chispa particular de la enorme riqueza que es Dios mismo.


Compartir un carisma (el Corazonista en este caso) es lo que nos hace sentirnos en casa cuando visitamos otras comunidades educativas Corazonistas, aunque nunca hayamos estado ahí. En el carisma nos reconocemos los unos hermanos de los otros, herederos de un patrimonio común que debemos vivir y transmitir.


No siempre es fácil describir un carisma. A veces se hace mediante textos (la Regla de Vida de los Hermanos o el Ideario Educativo, por ejemplo), pero otras veces se puede hacer también con una imagen evocadora.


Siguiendo algunos lineamientos del documento “Identidad y Misión del religioso hermano en la Iglesia”, publicado este año por el Vaticano, el Hno. Emilio Rodrigo nos presenta esta “Cruz del Carisma Corazonista”:


A. ICONOS BÍBLICOS (brazo superior de la cruz):


Es provechosa la contemplación del icono que representa a Marta y María, visitadas por Jesús en su casa (Lc 10,38-42). Las dos hermanas viven en tensión recíproca. Se necesitan mutuamente, pero la convivencia no siempre es fácil. No cabe separarlas, si bien en cada momento puede predominar una u otra. Pero una de ellas está especialmente atenta al sentido y profundidad de la vida que le aporta la palabra de Jesús: María eligió “la mejor parte”, mientras Marta “andaba afanosa en los muchos quehaceres”.


El evangelista Lucas nos narra la escena de las dos hermanas, justamente a continuación de la del Buen Samaritano (Lc 10,30-37), el hombre que se hizo hermano de quien le necesitaba. Ambos iconos, pues, se complementan en el mensaje y recuerdan al religioso hermano la clave esencial de su identidad profética, la que le asegura la permanencia en el amor de Cristo: el hermano está llamado a ser un transmisor en la cadena de amor y alianza que viene del Padre por Jesús y que él ha experimentado en su persona. Mientras realiza esa función, y para no olvidarse de que es solo un instrumento movido por el Espíritu en la obra de Dios, habrá de recordar siempre la palabra de Jesús: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5). (40)



B. ICONOS FUNDACIONALES (brazo inferior de la cruz):


Esos iconos bíblicos han de unirse, por una parte, a los iconos del período fundacional del propio Instituto, que recuerdan a los hermanos el fuego inicial que necesitan recuperar. (33)


Nuestros iconos fundacionales son el Padre Andrés Coindre y el Venerable Hermano Policarpo. Andrés recibió la inspiración inicial (el carisma de fundador) y no dudó en seguir la llamada del Señor en los niños y jóvenes pobres y sin esperanza. Policarpo, por su parte, completó y asentó su obra: es nuestro modelo de Hermano, él se consagró plenamente a Dios en el Instituto y no temió asumir la responsabilidad que el Señor ponía en sus manos. Ambos, Andrés y Policarpo (junto con otros contemporáneos), fueron los instrumentos que Dios usó en la fundación de nuestra familia religiosa, ambos son necesarios, ambos se complementan y debemos contemplarlos juntos.



C. ICONOS CONTEMPORÁNEOS I (brazo izquierdo de la cruz)


…también rostros de niños, jóvenes, adultos y ancianos que hoy viven dignamente gracias al apoyo y a la presencia cercana de los religiosos hermanos. (33)


En nuestro caso podemos pensar especialmente en niños felices y en jóvenes que encuentran sentido a la vida. Dios pone en nuestras manos a los niños para que cuidemos de ellos y les enseñemos, la infancia es la etapa del juego y de la alegría. Muchos niños encuentran en nuestros centros la seguridad y confianza que les permite crecer felices. Por su parte los adolescentes necesitan comprender el por qué de las cosas y darle un sentido, una orientación a sus vidas, en nuestros centros muchos jóvenes aprenden el valor de la espiritualidad, de la fraternidad y de la entrega por los demás.



D. ICONOS CONTEMPORÁNEOS II (brazo derecho de la cruz)


Hay muchos más rostros, que esperan aún que el Buen Samaritano se acerque a ellos para hacerse hermano suyo y darles vida. Con sus miradas reclaman al hermano los dones que él ha recibido como mediador y cuyos últimos destinatarios son ellos. Están invitando a los religiosos hermanos hoy, sea cual sea su edad, a componer un relato de gracia viviendo la pasión por Cristo y por la humanidad. (33)


El Instituto está presente en contextos ricos y en contextos pobres. En muchos lugares la pobreza de los niños y jóvenes nos interpela, porque destruye sus esperanzas y condiciona su futuro. En otros lugares trabajamos con niños y jóvenes con todas sus necesidades materiales satisfechas, pero aún necesitan lo más importante: sentirse amados y descubrir el sentido de la vida. Cuando esto no sucede aparecen diferentes tipos de huídas de la realidad, que incluyen adicciones peligrosas como las drogas o el alcohol.



E. ICONOS CONTEMPORANEOS III (corona circular)


Y por otra (parte), a los iconos que transmiten hoy la voz del Espíritu: rostros de hermanos que en tiempos recientes han dado su vida, incluso hasta el martirio, en lugares de conflicto social o religioso. (33)


En la comunidad fraterna que lo acoge, el religioso hermano experimenta el misterio de Jesús resucitado como anuncio y envío. Esta comunidad es espacio teologal donde Jesús se hace presente en medio de los hermanos (…) (17)


La comunidad actúa como embajadora del amor de Dios en el mundo, instrumento de su salvación entre los que sufren, entre los marginados, entre los pequeños y los débiles. (23)


Y así es como el don de la fraternidad que (el hermano) ha recibido y que vive en su comunidad, lo entrega ahora en la misión. Es un don cuyos últimos destinatarios son los pequeños hermanos con los que Cristo se ha identificado. (27)


Hoy hermanos y todo tipo de colaboradores seguimos encarnando el carisma Corazonista en realidades muy diversas y complejas. Pero no como individuos aislados o solamente por las cualidades que poseemos, sino por el mismo hecho de ser comunidad. Porque para nosotros la propia comunidad (religiosa y educativa) es icono de la presencia de Dios y de la misión que nos pide en el mundo: ser expertos en fraternidad.



F. EL ICONO DEL CORAZÓN DE JESÚS (centro de la cruz)


Jesús es el icono central, que nos invita a ser memoria de su amor. (33)


Esta iluminación permite al hermano leer la vida diaria desde el corazón de Dios y vivir cada momento como tiempo de gracia y salvación. (26)


Nosotros no podemos representarnos a Jesús de mejor manera que en su Sagrado Corazón. Creemos en un Dios con Corazón. Y el corazón es siempre la esencia de lo que somos. Dios es amor, Dios tiene un Corazón que ama, un Corazón que aceptó sufrir por nosotros, un Corazón abierto, un Corazón lleno del fuego que es la vida de Dios, que quiere contagiarnos.

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