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Alabado seas


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El Papa Francisco acaba de publicar su segunda carta encíclica, titulada “Laudato si” (“Alabado seas”), centrada en el cuidado de nuestra “casa común”, es decir nuestro planeta y toda la creación de la que somos parte.

Una encíclica es un tipo de documento del magisterio universal de la Iglesia por la que el Papa actualiza la doctrina católica sobre un tema de especial interés. No se trata tanto de decir cosas nuevas como de decir de forma nueva la verdad revelada por Jesucristo que la Iglesia custodia.

La primer encíclica de Francisco había sido “Lumen fidei” (“La luz de la fe”), que como él mismo reconoció fue un documento escrito “a cuatro manos”, pues su antecesor, Benedicto XVI, lo había dejado muy encaminado. Con la encíclica sobre la fe se completaba una serie de encíclicas del anterior pontífice sobre las virtudes teologales: “Deus caritas est” o “Dios es amor” y “Spe salvi” o “Salvados en esperanza”.

En este caso el Papa Francisco aborda un tema candente en este momento y lo hace de forma que a algunos parece no gustarles, pues cuestiona algunos aspectos del capitalismo como el consumo desmedido y la indiferencia hacia el daño que se causa a la naturaleza.

Gentileza Rome Reports

“Laudato si” significa “alabado seas” y son las primeras palabras de la encíclica (el título de todas las encíclicas son siempre sus primeras palabras expresadas en latín). “Alabado seas” hace referencia a una famosa oración de San Francisco conocida como el “Cántico de las Criaturas”, que nos ayuda a alabar a Dios por la creación. Compartimos la versión que se utiliza en la liturgia, adaptado por el poeta León Felipe:

Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor, tuyas son la alabanza, la gloria y el honor; tan sólo tú eres digno de toda bendición, y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano sol, que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de su autor.

Y por la hermana luna, de blanca luz menor, y las estrellas claras, que tu poder creó, tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!

Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor! Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol, y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado mi Señor!

Y por la hermana tierra, que es toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!

Y por los que perdonan y aguantan por tu amor los males corporales y la tribulación: ¡felices los que sufren en paz con el dolor, porque les llega el tiempo de la consolación!

Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor! Ningún viviente escapa de su persecución; ¡ay si en pecado grave sorprende al pecador! ¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!

¡No probarán la muerte de la condenación! Servidle con ternura y humilde corazón. Agradeced sus dones, cantad su creación. Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén.

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