Oramos con el Corazón de Cristo
Celebración para el primer viernes del mes: Un amor eterno
1. Ambientación
Al decir “corazón” hacemos referencia a lo más profundo de la realidad. Acercándonos con fe al Corazón traspasado de Jesús sabremos descubrir la clave para la lectura de la historia humana, la lectura del corazón de cada hombre desde la perspectiva de Dios.
Himno
Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra,
porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos
y las has revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, pues así fue de tu agrado, Señor del cielo y de la tierra.
Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos.
Nadie conoce al Hijo sino el Padre. Nadie conoce al Padre sino el Hijo
y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer.
2. Salmo 103(102)
Antífona: Dios es bueno con nosotros
Bendice alma mía al Señor, y todo mi ser su santo nombre;
bendice alma mía al Señor, y no olvides sus muchos beneficios.
Él te perdona todos tus delitos y te cura de tus enfermedades;
él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura.
El Señor es misericordioso y compasivo,
el Señor es paciente y todo amor;
no está siempre acusando ni guarda rencor eternamente;
no nos trata como merecen nuestras culpas
ni nos paga según nuestros delitos.
Como se apiada un padre de sus hijos,
así se apiada él de sus amigos;
él sabe de qué pasta estamos hechos,
se acuerda de que no somos más que polvo.
3. Proclamación de la Palabra
Jesús acababa de expirar. Un soldado, con un golpe de lanza, certificó su muerte. Todo estaba consumado. ¿Todo había acabado aquí? De pronto la mirada del discípulo que amaba contemplo un pequeño signo: de su costado abierto brotaba unas gotitas de sangre y de agua.
Pero lo que vio fue como un río de agua viva. Y entonces el discípulo creyó. Y entonces el discípulo vislumbró quién era Dios, quién era su Hermano, quiénes eran sus hermanos, quién era él mismo y cuál era su misión: ser testigo de lo que acababa de contemplar.
Y aquella mirada, aquella revelación, ya le acompañó hasta el fin de su vida. Y en aquella revelación sació su sed.
Apocalipsis 1, 5b-8; 22, 17
Él nos amó y nos purificó de nuestros pecados, por medio de su sangre, e hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén. ¡Miren! Él viene entre las nubes y todos lo verán, aun aquellos que lo habían traspasado. Por él se golpearán el pecho todas las razasde la tierra. Sí, así será. Amén. Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.
El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!», y el que escucha debe decir: «¡Ven!». Que venga el que tiene sed, y el que quiera, que beba gratuitamente del agua de la vida.
4. Intenciones
Rezamos por las intenciones del apostolado de la oración en este mes.
Rezamos por los enfermos y por los que están pasando dificultades en su vida (nombrarlos).
Rezamos por las vocaciones en la Iglesia, especialmente las corazonistas, y por la fidelidad a nuestra propia vocación.
Rezamos por los Hermanos de la comunidad (y por los miembros de la comunidad educativa) por medio de los cuales se nos revela el amor del Corazón de Jesús.
Letanías: R/ Ven en nuestra ayuda
Corazón de Jesús, fuente para encontrar la paz. R/
Corazón de Jesús, signo para encontrar la radicalidad de la alegría. R/
Corazón de Jesús, estímulo para preparar un futuro más humano. R/
Corazón de Jesús, punto de referencia de toda educación. R/
Corazón de Jesús, sostén para no ser turbados por el mal. R/
Corazón de Jesús, estímulo para no desesperar ente las fragilidades. R/
Corazón de Jesús, luz para creer en una vida que supera la muerte. R/
Padre Nuestro…
5. Conclusión
Padre bueno, en el Corazón de Jesús, tu Hijo entregado por nosotros, hemos descubierto que la última palabra de la historia de la humanidad es el amor. Te pedimos que descubramos ese amor tanto en la presencia escondida pero real de Jesús entre nosotros así como en la atención, la amistad y el afecto que recibimos de nuestros Hermanos. Te lo pedimos por el mismo Jesús, nuestro Hermano. Amén