Oración a María del día a día
Dios te salve, María, Madre de nuestros deseos de ser felices, tú eres la mujer que dice sí a la vida, que en su seno concibe a Dios, tú eres la fe que da la bienvenida al Creador, al imprevisible Dios y a su Espíritu creador, cual flor que se abre al calor del sol.
Dios te salve, María, Madre de todos nuestros encuentros humanos donde el amor atento se hace Visitación. Tú eres el amanecer de la alegría de la salvación que pone a la humanidad en trance de acción de gracias.
Dios te salve, María, Madre de todas nuestras Navidades. Tú ofreces a Jesús a los Pastores y a los Reyes Magos en busca de la luz. Tú eres la Madre de todas las mujeres y de todos los hombres de buena voluntad, cuya vida, Dios regala a los pobres y abandonados de la tierra.
Dios te salve, María, Madre de nuestros trabajos y de nuestros amores vividos en el día a día de nuestra vida. En Nazaret tú eres aprendiz de las necesidades y gestos humanos de un Dios que se encarna y que viene para revelarnos quién es Él y quiénes somos nosotros.
Dios te salve, María, Madre de toda nuestras búsquedas de ese Dios desconcertante. Desde el templo, donde lo pierdes hasta el Calvario donde es crucificado, su ruta parece de locura. Tú eres cada uno de nosotros que busca a Jesús sin llegar a comprender bien su vida y su palabra. Tú eres la madre que conserva, en las noches duras de la fe, todos los eventos en su corazón y que ahonda y medita todos nuestros porqués con confianza en Dios, el Señor.
Dios te salve, María, Madre de todos nuestros sufrimientos. Tú eres la mujer de pie a los pies del hombre crucificado. Tú eres la Madre de todos los que lloran al preso inocente, masacrado y torturado. Tú eres nuestra esperanza de Madre que enjuga nuestro llanto y dolor.
Dios te salve, María, Madre de todos nuestros Pentecostés. Tú eres, con los Apóstoles, la Iglesia que ora y se alegra de los dones del Espíritu Santo.
Dios te salve, María, Madre de todas nuestras esperanzas. Tú eres la estrella brillante de un pueblo en camino hacia Dios. En tu Asunción, eres anuncio de la humanidad transfigurada, tú eres la creación y el éxito que Dios hizo por toda la eternidad. Amén.
Autor: Michel Hubaut. Texto adaptado del boletín “Orar con el Venerable Hermano Policarpo”, que mensualmente elabora el Hno. Conrad Pelletier en Canadá