Pluma Corazonista: EL barrilete del amor
EL BARRILETE DEL AMOR
Perdón por el título. Me hace recordar a la serie televisiva “El crucero del amor” y ¡no tiene nada que ver!
Cuando era chico, en el potrero de mi barrio, en Versalles, hacíamos demostración de barriletes. ¡Nunca utilizaríamos la palabra cometas para mencionar a nuestros espectaculares barriletes!
Por Arregui, casi llegando a la plaza… había un baldío que tenía un cañaveral. Sólo para la época de los barriletes lo visitábamos, porque necesitábamos las cañas para la elaboración del juguete. Mucho después, pero mucho después, me enteré que la época anual de los barriletes es el otoño: fue un gran descubrimiento para mí… Como dije en otra ocasión, yo vivía a full como se dice ahora, no reparaba en esas cosas.
Seguramente la experiencia de mis hermanos y amigos mayores me ayudaron a aprender a construir barriletes. Recuerdo la paciencia de mamá para prepararme el engrudo (harina y agua) en el punto exacto, ni aguachento ni espeso… para pegamento; y también para limpiar el desastre que dejaba a lo largo y ancho del pequeño comedor o del pasillo, además de reconvenirme, de vez en cuando, por los insultos (malas palabras) que profería cuando las cosas no salían como yo quería.
Bien, paso a lo del título. ¿Por qué este título? Se me ocurre que el barrilete que yo construía era portador de toda mi afición, dedicación, esmero, amor, del que era capaz; por supuesto que también de mi capacidad, la cual no era mucha, pero resultaba suficiente.
Tanto el barrilete como su “cola”, conforman los anhelos de mi corazón, el amor del que soy capaz.
El barrilete sería el Amor de Dios (con mayúscula), y la cola, la suma de todos mis restantes amores que hacen de contrapeso.
El cuerpo del barrilete (el Amor de Dios) si bien existe de por sí, no deja de construirse en mí por mí mismo. Por eso el barrilete a veces me salía algo chueco, desproporcionado, se despegaba, no tenía bien “el tiro”, era algo más pesado de lo conveniente o muy liviano; es decir: ¡era imperfecto! Sí, el Amor de Dios desde mi experiencia, es imperfecto porque es como yo lo vivo.
Pero, además, la “cola” está compuesta por los trapos unidos en la debida proporción para permitir al barrilete elevarse en elegante vuelo o precipitarse alocadamente al suelo. Esa “cola” está conformada por mis otros amores que, si son exagerados y no adecuados, no permiten al barrilete remontar vuelo: lo tiran para abajo. Pero ¡deben existir para ayudar al barrilete!
Por otro lado, el barrilete lleva la dirección, sigue el viento, hace fuerza, y lleva tras sí la cola que vivorea al ritmo que impone el barrilete. Menos mal que es así y no al revés.
He envidiado otros barriletes: elegantes, bien terminados, coloridos, de material refinado, pegados con pegamentos comprados… Pero no eran el mío: totalmente artesanal, fruto de horas de trabajo, de concentración y también de peleas.
Algunos, además, le ponían en el extremo de la cola una “Gillette” para perseguir a los otros barriletes enemigos y poder cortarles la piola y derribarlos… Esos sí que son amores que matan… Hay amores que tiran para abajo o derriban al Amor. Debo alimentar la “cola” con amores que posibiliten al Amor elevarme por sobre las cosas que me atan demasiado y no me permiten ser libre.
Construir un barrilete así, me llevará toda la vida, mejor, lo que me queda por vivir, porque ya he ido colocando algún que otro trapo de más en la cola que hace excesivo contrapeso; pero también he visto relucir y volar mejor mi hermoso cometa en ocasiones, a trasluz de un sol brillante que hasta llega a cegarme y confundirme porque es un Amor mayor del que merezco.
Hno. Roberto F. De Luca