¡Felices Pascuas!
¡Jesús ha resucitado para transformar nuestras vidas y que vivamos resucitados con Él! Ya no hay lugar para la muerte ni para la tristeza en este mundo pues Aquél que es la vida plena hace completa nuestra alegría. Con esta alegría que nos desborda compartimos con ustedes una reflexión sobre la Pascua.
“María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor” (Jn 20,18).
María suelta los pies de Jesús, pero acoge al cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia. Busca la unidad en Cristo. “El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve” (Jn 6,63). A María se le ha revelado Jesús, su búsqueda ha sido recompensada. “¿Quién es esa que sube del desierto, reclinada sobre su amado? Te desperté debajo del manzano, allí donde tu madre te dio a luz, donde te dio a luz la que te engendró” (Ct 8,5). Cada uno desde antes de nacer y de una forma nueva en el bautismo, hemos sido elegidos para que Jesús se nos manifieste y nos comunique su amor.
Cuando María Magdalena (que representa a toda la Iglesia) lo descubre como a su amado, no se lo apropia en exclusividad. Así, cada uno somos enviados a descubrir a Cristo resucitado presente en el corazón de los hermanos.
Jesús glorioso, ya no está limitado por el cuerpo físico, ahora está presente en todos. Expresar y narrar la experiencia de Jesús en nuestro corazón es lo que hace que lo hagamos presente.
En el encuentro personal con Jesús, nos llama por nuestro nombre y nos comunica los secretos de su Corazón. “El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!»” (Jn 21,7). Es el don de la fe el que nos impulsa a buscarlo, pero es el amor lo que nos permite reconocerlo y establecer los lazos de amistad.
La resurrección de Jesús es el anticipo de la Vida Nueva que vamos a recibir. Como profetas en el mundo, testimoniamos esta realidad en la cotidianidad, manifestando nuestra alegría y esperanza. Nuestra vida ya ha empezado a ser transfigurada, Él nos da su Cuerpo y su Sangre, para hacernos participar de la vida divina.
En el contexto de la Pascua, todo nos habla del mandamiento del amor; podemos vivir la novedad en nuestra Comunidad Fraterna, donde Cristo se hace presente y nos regala su Paz.
Hno. Javier Lázaro, Superior Provincial